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A los 17 años me quitaron un ovario porque tenía un quiste del tamaño de una toronja, el cual tenía una gran posibilidad de ser canceroso (¡gracias a Dios no fue!). Diez años después, a los 27 años, me salió endometriosis en el otro ovario y me tuvieron que quitar un tercio del mismo.

Cuando cumplí 30 años mi ginecólogo me sugirió congelar óvulos ya que mi capacidad ovárica se había reducido por mis antecedentes. Acepté. Pero cuando empezamos a tratar de estimular mi ovario para que produjera más óvulos ese mes y me los sacaran (para congelarlos), se empezó a complicar la cosa. No estaba respondiendo al tratamiento. Me hicieron un análisis de mi hormona antimuleriana (la que indica la reserva ovárica – si te quedan muchos o pocos óvulos). El resultado no fue bueno, pero no pésimo (me salió en 0.5 – arriba de 1 se considera que estas bien, de 0.3 para abajo eres casi infértil).

Yo estaba muy triste, desesperada y enojada. Mi mamá me recomendó ir a la Neuromodulación con la Dra. Diana. Ya que ella ha (y sigue) ayudado a muchos de mis familiares con diferentes temas de salud, ¡con mucho éxito!

Entonces fui, al llegar no sabía bien que esperar… Llegué a un espacio sereno y tranquilo. En donde Diana y yo platicábamos mucho mientras ella me hacia el tratamiento, a veces me daba cosas para leer, las cuales eran confrontativas a mi estado emocional y al terminar era todo muy liberador. Diana me enseñó una técnica para destensar el cuerpo, la cual es toda una experiencia corporal y retadora, y cuando acabas, te sientes tranquilo y como nuevo. En mi caso, también me sugirió una dieta (no carbohidratos simples ni lácteos), y en el conjunto de todo, empecé a ver cambios significativos en mi cuerpo y en mis ciclos menstruales. Por primera vez en mi vida me bajó regularmente a los 28 días. Además, me sentía de maravilla.

Un poco más de medio año después, me casé. Mi esposo, mi ginecólogo y yo decidimos que, en vez de tratar de congelar mis óvulos, mejor yo trataba de tener hijos. Obviamente Diana fue parte de este proceso. Me volvieron a sacar la prueba de la antimuleriana y, ¡salió arriba de 1! Iniciamos tratamientos de in vitro y al segundo intento, ¡me embaracé! Fue un embarazo bueno en general con una excepción…

Empezando el segundo trimestre tuve un sangrado moderado. Tuve que estar en reposo casi un mes. La razón es porque tuve desprendimientos de placenta. En cuanto pasó, le llamé a la Dra. Diana quien estaba en un viaje en Chihuahua. A pesar de estar de vacaciones y de la conexión complicada, la Dra. se tomó el tiempo de darme sesiones remotas. Yo creo que me ayudaron mucho además de que la Dra. tomó tiempo de sus vacaciones y de estar con sus familiares y amigos para ayudarme cuando yo estaba realmente asustada. Seguimos con las sesiones hasta que terminé de manchar y el resto del embarazo me sentí perfecto.

Hoy en día, mi hijo tiene 2 años y medio. Estoy muy agradecida con Diana por toda su ayuda y apoyo a lo largo de este proceso.

Mariana Carrillo

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Mi experiencia con la Nueromodulación fue muy positiva. Padecí una enfermedad, hasta ahora diagnosticada como Bechet, es una enfermedad inmunológica que genera crisis muy fuertes y se manifiesta con aftas y úlceras en garganta, boca, lengua, párpados y mucosas. Es una enfermedad para la que, hasta ahora, la medicina tradicional no ha encontrado cura.

En un episodio de crisis de esta enfermedad, desesperado de no encontrar ayuda con ningún médico (incluso algunos que visité se asustaban y me decían que ellos no trataban ese tipo de enfermedades), me recomendaron asistir con Diana, la cual amablemente me recibió de emergencia (ya que no tenía espacio en su agenda). En sólo una sesión, después de recibir el tratamiento en la mañana, en la tarde ese mismo día ya estaba muy disminuida la hinchazón y las úlceras, para el día siguiente ya no tenía nada, estaba totalmente curado.

Rodrigo Herrera

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Yo soy Jack, un perro cruza de Chihuahua y Russell Terrier, jajajaja; mis padres son muy finos, pero escogieron mal a su pareja y soy el resultado de su amor apasionado.

Nací en un hermoso departamento de una “familia bien” y a los dos meses me regalaron con mi ama, con todo tipo de recomendaciones para que me cuidara y atendiera como me lo merezco.  En cuanto me vio, la hice feliz y desde hace seis años vivimos juntos, ella su esposo y yo.

Tengo que confesar que exijo  que me traten como uno de ellos; que me permitan estar en la sala cuando tienen visitas y no se diga en su recámara o en el comedor. Me encanta su comida y no las croquetas secas que parecen comida de perro, también me gusta su cama  y odio que se vayan de vacaciones sin mí.

Por lo que ellos llaman “mis exigencias” y que me enojo bastante cuando me las niegan, mi ama decidió que Diana me diera terapia. Me considero casi humano, pero esas ya son exageraciones. Como no me pidieron mi opinión, le contaron a Diana que cuando me enojaba me hacía pipi por todos lados, les gruñía y les enseñaba los dientes.

La verdad, no me he dado cuenta de cuando recibo la famosa terapia, pero mis amos dicen que he mejorado mucho en mi comportamiento. Si estoy en un sillón echado y quieren que me quite, ya no les gruño y menos les saco los dientes. Y estoy muy bien portado en lo que se refiere a la pipí. Obvio, si me dejan mucho tiempo solo en la casa con sus asistentes, porque se van muchos días de vacaciones, para que no se olviden de quien soy, sí me hago por ahí, pero…poquito.

Diana, antes que nada quiero agradecerte por tu tiempo y dedicación para el tratamiento de mi hijo Miguel. Agradecerte también que lo pudimos hacer sin que él siquiera se enterara de que estaba siendo tratado.

Te platico que desde la primera sesión para Miguel, hace dos meses, noté que comía menos; desde entonces ya no me pide comer entre comidas ni me pide postre. Un ejemplo de ello es que en lugar de dos sopes de desayuno quedaba satisfecho con uno. Sus cantidades en la cena también disminuyeron a la mitad o más, ya que con algo de fruta y yogurt queda satisfecho no como antes que quería yogurt, sándwich y cereal!!!!! También noté que su costumbre de pedir galletas a la 1pm había desaparecido por completo. A lo largo de 4 semanas de tratamiento noté que su shorts y sus pijamas que le quedaban muy apretados, ahora le quedaban flojos. Noté también un incremento en su consumo de agua lo cual me parece muy bueno. A la semana y media de tratamiento comenzó a pedirme que quería comer lechuga entre comidas, increíble!!!! Me gustaría continuar con su tratamiento para reforzar lo que hasta ahora se ha logrado. Hasta ahora te puedo decir que Miguel ha bajado entre 3 y 4 centímetros tanto de abdomen como de cadera, hasta mi vecina le dijo que lo ve más delgado y lo felicitó.
Karen Alcocer
Español