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Mi segundo hijo falleció en diciembre de 2005 en un accidente. Como su último regalo, a su esposa, a mi esposo, a sus hermanos y a mí, nos dejó una hermosa bebé de 5 días de nacida, Mariana mi nieta. Mi padre había fallecido siete meses antes, en mayo del mismo año. Desafortunadamente, somatizo mucho cualquier problema emocional y con la pérdida de mi hijo y de mi padre tan seguidas y tan importantes, durante 2006 fui diagnosticada con fibromialgia; me dijeron que era una enfermedad controlable pero no curable con una depresión terrible, dolores por todo el cuerpo y una enorme falta de energía logré sobrevivir, pero sumamente medicada. Por obvias razones, en 2009 al morir mi madre, mi problema se agravó.

Desesperada, un día escuché por la radio en el programa de Martha Debayle una entrevista con “alguien” que a través de una terapia alternativa podía curar la fibromialgia. Apunté su teléfono y decidida a probar este tipo de tratamientos, empecé mis terapias con Diana. Llegué en muy mal estado y  tomando analgésicos, antiinflamatorios, antidepresivos y ansiolíticos.

En poco tiempo empecé a notar una gran mejoría y, posteriormente,  a dejar  muchos de los medicamentos. Y lo “incurable” sí se curó.

Sigo con Diana porque a mis 72 años de edad quiero tener la mejor calidad de vida posible; mantener una relación estable con el hombre que me ha acompañado mis últimos 50 años; ser una madre y una abuela amorosa, pero no invasora de espacios que hoy ya no son los míos; y continuar, felizmente, aun activa en mi profesión.

He encontrado en Diana a la terapeuta y a la amiga que me permite lograrlo. Me ha enseñado también, a ver la vida  de otra manera, a reaccionar mejor y menos impulsivamente, a ser mucho más serena y a tener hábitos emocionales más sanos.
Sólo puedo tener palabras de agradecimiento para ella.

Rosa María Farell Campa

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Tuve mi primer ataque de pánico en 2016, al principio no sabía ni lo que me estaba pasando, creía que me estaba quedando loca, todo me daba miedo, y dejé de hacer mis actividades cotidianas al grado de deprimirme y no querer salir de casa. Me recomendaron a Diana morales, me trató sin medicamentos, y sin ser exagerada, me salvó la vida (lo que yo estaba viviendo no me permitía ser quien soy). Hoy en día no he vuelto a tener otro ataque de pánico, y si llego a sentir ansiedad, lo puedo controlar muy bien.

Fernanda Rangel

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Llegó un momento en mi vida, donde todo se juntó, el exceso de trabajo, se tornó compleja la relación con mi familia y con mi pareja.

Recuerdo muy bien la noche del 14 de febrero de 2019 sin razón aparente, no pude dormir y ahí fue donde empecé a sentirme en picada. 

Después de tener insomnio por más de dos semanas y con diez kilos menos por la anorexia que estaba experimentando por causa del mismo insomnio.

Me sentía desesperado, con un gran vacío interior con pocas fuerzas, por la falta de sueño y alimento, solo de ver la comida sentía nauseas, mi presencia en esta vida empezó a no tener sentido, mi autoestima y mi valía la tenía por los suelos.

Empecé la búsqueda con amigos y familiares, ya fuese un siquiatra, un psicólogo, algún especialista en trastornos del sueño o un Gurú.

En una reunión una amiga me comento que conocía a alguien que además de terapia psicológica daba una terapia diferente, le dije, dame su número,

Al siguiente día estaba haciendo cita con Diana, tuve que esperar ocho días más para poder verla.

Para ese momento me sentía peor aún. Después de una presentación breve, Diana me comento, “Realmente te veo muy mal, vamos a dejar la presentación e introducción largas a un lado y empezaremos con la terapia”. Cerré mis ojos y después de unos minutos empecé a experimentar un sentimiento de paz, casi de forma inmediata, algo que no sentía ya desde hace tiempo.

Llegué a casa con una sensación de cansancio y desde esa noche, pude conciliar el sueño nuevamente.

Acudí a verla por unas doce sesiones, con el paso de las semanas mi sueño era cada vez más profundo y reparador, empecé a poner límites en todas las áreas de mi vida, empecé a resolver cosas que tenía bloqueadas y trabaje situaciones de mi infancia que nunca hubiera imaginado que arrastraba en mi adultez.

Comencé nuevamente a darle un propósito a mi vida con la alegría y ganas de seguir adelante.

Bernardo Martínez
Español