La importancia de poner límites en sus relaciones

¿Sabe poner límites en sus relaciones?

¿Se pueden imaginar una sociedad en la cual no hubiera límites? Los límites incluyen reglas y consecuencias derivadas de romper las mismas. Asimismo, para que una relación interpersonal sea sana es indispensable establecer límites apropiados. Ésta es una temática que con gran frecuencia debo abordar en la práctica terapéutica con mis pacientes.

Cuando las personas logran modificar este aspecto, sus relaciones se vuelven más satisfactorias, respetuosas y funcionales.  

Ahora, pregúntese si en su relación de pareja, con hijos, padres, jefes, empleados o en cualquier relación usted ha establecido los límites adecuados que permitan una interacción respetuosa.

Los límites se aprenden desde la niñez y nos proporcionan algo fundamental, que es estructura. Si nuestros padres nos marcaron los límites necesarios para mantenernos a salvo, para ser respetuosos con nosotros mismos y los demás, lo más probable es que cuando seamos adultos los límites nos resulten algo familiar, y seamos capaces de autorregularnos.

Como padres, marcar límites debe ser una práctica constante y congruente con el mensaje que deseamos mandar a nuestros hijos. Los niños y adolescentes deben saber que si existe una regla en casa, la aplicación de la misma será algo consistente, sin que esté sujeta al humor de los padres o del adulto que esté a cargo. Por ejemplo, si en un hogar existe la norma de no levantarse de la mesa hasta que todos hayan terminado de comer, esto debe respetarse siempre (salvo alguna urgencia).

Es fundamental que los niños y adolescentes tengan un ambiente predecible con límites claros. Esto es válido a cualquier edad. Por ejemplo, usted como adulto llega el lunes a su trabajo a las 10:00 am, cuando su hora de entrada es a las 9:00 am; su jefe lo saluda con gusto y lo invita a desayunar; pero el jueves usted se presenta a las 9:30 am y su jefe lo amenaza con despedirlo por haber llegado tarde. ¿Se imagina el desconcierto? Esto sucede cuando las figuras de autoridad muestran reacciones impredecibles ante nuestros comportamiento; el resultado es que no sabemos como actuar.

Algunas personas cuando eran niños recibieron el mensaje explícito o implícito de que primero había que complacer a los demás antes de ocuparse de sus propias necesidades; incluso hasta fueron obligados a pedir perdón por algo de lo que no eran responsables con tal de “llevar la fiesta en paz”. No es de sorprenderse entonces que para algunos decir NO o BASTA les sea tan difícil, y que al hacerlo les genere sentimientos dolorosos, incluyendo el de la culpa.

Si usted es una de esas personas, ensaye lo siguiente:

1º Una vez al día diga NO cuando genuinamente ése es su deseo.

2º En una libreta pequeña que pueda llevar consigo anote la fecha y seguido una línea vertical (I), cada vez que se de cuenta que estuvo en una situación en la cual debió haber establecido un límite, ya sea en relación a la conducta inadecuada de alguien más hacia usted; o cuando usted no respetó los límites de otra persona. Nota: El efecto del ejercicio no tendrá la eficacia deseada si usted no lo anota.

Le sorprenderá el poder que tiene este ejercicio si lo practica tal cual se indica, ya que el cerebro posee una gran plasticidad; al practicar una nueva conducta por un período de tiempo, nuestro cerebro creará nuevas conexiones neuronales y por ende dicha nueva conducta se convertirá en algo natural.

Esta práctica no sólo le hará tomar conciencia del “termómetro” de sus límites sino que podrá hacer los cambios deseados. Dese la oportunidad durante una semana de establecer límites en sus relaciones. Mi experiencia terapéutica me ha hecho percatarme del miedo, a veces pánico que una persona puede sentir sólo de pensar en marcar límites en sus relaciones. Sin embargo, cuando logran hacer a un lado el temor y confían en su poder, se dan cuenta que llevar a cabo esta práctica no era tan abrumante como pensaban y el resultado positivo rebasó sus expectativas.

En el caso de personas que sufren de abuso físico, sugiero de manera contundente que busquen ayuda profesional antes de intentar cualquier estrategia de cambio en su relación.

Es muy común que habiendo hecho consciencia de todo lo que equivocadamente permitimos o hicimos surja un gran enojo hacia nosotros mismos y/o hacia la persona que consideramos abusó de nosotros. En este punto quizás queramos marcar límites excesivos y de manera violenta. Pongamos atención a ello para evitar esta actitud y reconocer que una dinámica entre personas en donde los límites son deficientes conlleva una corresponsabilidad, la del que ha abusado y la del que lo ha permitido.  No es constructivo auto flagelarse o guardar resentimiento hacia la persona que “se aprovechó” de nosotros. Lo que realmente va a generar un cambio positivo será modificar nuestra conducta estableciendo límites sanos de otros hacia uno y de uno mismo hacia otros.

Al marcar los límites que darán una nueva pauta a la relación, debemos hacerlo con firmeza, respeto, sin levantar la voz, mirando a la persona a los ojos y honrando nuestra palabra. Expresemos lo que las palabras y/o la actitud de la otra persona nos hace sentir por ejemplo, “cuando me hablas de tal manera, cuando me dices, cuando haces… me siento ignorado(a), agredida(o), lastimada(o), poco valorada(o), y ya no quiero que estas escenarios se susciten entre nosotros, no permitiré que me faltes al respeto”.

Los límites no deben ser una imposición ni una demanda de expectativas injustas. No se trata de controlar ni de amenazar, sino de mejorar la calidad de la relación.

Los límites deben ser realistas para que seamos capaces de sostenerlos, de lo contrario el efecto será lo opuesto a lo que buscamos.